Fecha de publicación: Jul 01, 2016 5:10:57 PM
En Julio continúa la danza de Marte y Saturno en la constelación de Scorpio. Ambos planetas comienzan ya a alejarse de la Tierra, pero continúan bien visibles a medianoche en el horizonte meridional. Saturno, sereno e inmóvil sobre Antares aunque mucho menos brillante que Marte, nos muestra en todo su esplendor su sistema de anillos, inclinándose cada vez más hasta alcanzar un máximo el año próximo. Júpiter, por su parte, sigue aproximándose al Sol, por lo que a finales de agosto desaparecerá en su fulgor hasta mediados de octubre. Estas dos fechas reciben nombre de puesta y salida heliacal.
Venus, por su parte, es invisible tras el Sol, pero Mercurio brilla en el horizonte de levante poco antes del amanecer. Coincidiendo con su verano boreal, nuestro planeta se aleja a la máxima distancia del Sol el lunes, 25 de julio. Una demostración que se repite cada año de que es la inclinación del eje de la órbita terrestre en su órbita en torno al Sol, y no la distancia, la que determina el paso de las estaciones.
La Luna es nueva el lunes, 4 y llena el miércoles, 20, dificultando con su brillo la observación de las lluvias de estrellas fugaces que empiezan a sucederse a finales de mes en preparación de las Perseidas de agosto. Aun así, destacan las Delta Acuáridas del Sur, que con una actividad de unos 16 meteoros cada hora el 30 de julio proporcionan buenas condiciones de observación hasta poco antes del alba; citemos también las Piscis Austrínidas del 28 de julio o las Alfa Capricórnidas del 30 de julio, estas dos mucho más débiles.
Alto en el cielo nocturno durante estos meses de estío encontramos el Triángulo de Verano, un asterismo que dibuja un triángulo imaginario en el hemisferio norte de la esfera celeste; sus vértices son las estrellas Altair, Deneb y Vega, y conecta las constelaciones Aquila, Cygnus y Lyra repectivamente. El asterismo fue trazado a finales de los años veinte por el astrónomo y divulgador Oswald Thomas quien se refería a estas estrellas como el Gran Triángulo y en 1934 pasó a llamarse el Triángulo de Verano. Aunque Vega y Altair se encuentran relativamente próximas a nosotros, la enorme gigante blanca Deneb, en la cola del Cisne, se encuentra a más de 1400 años luz de distancia. De hecho, es una de las estrellas más distantes que podemos ver a simple vista. No es una sorpresa: Cygnus es una de las regiones con mayor número de estrellas visibles, atravesada por la Vía Láctea.
Sin abandonarla, y con la ayuda de unos binoculares, podemos disfrutar de la Nebulosa de Norteamérica, próxima a Deneb; de los cúmulos abiertos M39 y M29, o de una de las estrellas dobles más populares del cielo, Albireo, justo en el pico del Cisne, al otro extremo de Deneb. Algunos, la describen como un par de estrellas de color amarillo topacio y azul zafiro. Otros ven simplemente un punto dorado al lado de otro azul. Pero lo más importante es como las veáis vosotros.
Nada más por este mes. ¡Sólo desearos un feliz verano lleno de noches estrelladas!
Pulsando en los enlaces podéis abrir una nueva ventana mostrando un mapa detallado del cielo del mes que incluye los pases visibles desde Mataró de la Estación Espacial Internacional (ISS), así como una lista de eventos astronómicos para el año 2016, todo elaborado por Esteve Cortés en catalán, además de un mapa del cielo en este momento generado automáticamente.
Deneb, esa gigante lejana
Deneb es una de las estrellas más distantes que se pueden ver a simple vista. Esto se debe a que es una de las estrellas más luminosas de la Vía Láctea. La distancia exacta a Deneb no está clara, con estimaciones que van desde unos 1.425 a quizás 7.000 años luz. Sea cual sea su distancia exacta, cuando miramos a Deneb estamos retrocediendo miles de años en el tiempo.
Las mejores estimaciones de la distancia a Deneb son las obtenidas por la misión espacial Hipparcos Astrometry en la década de 1990. Las primeras arrojaban una distancia de 3.230 años luz, mientras que estimaciones más refinadas sitúan la distancia en poco más de 1.400 años luz.
Para que podamos verla a una distancia tan enorme, Deneb debe también ser tremendamente brillante y caliente. Sólo Rigel, en Orión, supera a Deneb en brillo intrínseco. Deneb es una estrella tipo A2 Ia, lo que significa que es blanca y caliente (A2), y además supergigante (Ia). Suponiendo su distancia en 2.600 años luz, se estima un diámetro unas 200 veces más grande que nuestro sol, y alrededor de un cuarto de millón de veces más brillante en luz visible. Teniendo en cuenta su clasificación espectral (A2), Deneb debe tener una temperatura de superficie de entre 8.500 y 9.000 grados Kelvin o Celsius, una de las más calientes que existen de tipo A. La famosa nebulosa Norteamérica, una gran nube de gas brillante con la forma del continente, debe probablemente su brillo a un proceso similar a la fluorescencia producido por la radiación de Deneb. Y sin embargo, Deneb no es la estrella más grande de la Vía Láctea. Betelgeuse y Antares, por ejemplo, son más grandes.
En la representación más arriba del famoso diagrama de Hertzsprung-Russel, que dispone cada estrella sobre una tabla comparando su brillo con su temperatura, podemos ver a Deneb en la parte superior, y al Sol en el centro.
Imagen, Astronomy Magazine
Presentación: Alejandra Rodríguez
Narración: Diego Rodríguez
Música: Valgeir Sigurðsson, Focal Point, Ekvílibríum, 2007
Per a compilar aquesta secció, em fet servir www.calsky.com, www.heavens-above.com i el programa Stellarium, entre d'altres.
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