Fecha de publicación: Feb 27, 2016 11:51:38 AM
Llega el equinoccio... ¡y el equilux también!
Las estaciones se suceden con rapidez cuando tratamos de seguir los principales fenómenos astronómicos. El jueves 17, por ejemplo, el día iguala a la noche por primera vez este año, lo que representa la primavera local, o equilux. A partir de ese momento y hasta un poco más allá del equinoccio de otoño, la longitud de los días superará la de las noches. El domingo día 20, a las cinco y media de la madrugada, la tierra alcanza el equinoccio de primavera. En el equinoccio, del latín æquinoctium (noche igual), el sol alcanza el cenit visto desde el ecuador.
Por lo que respecta a la luna, es nueva el miércoles 9, justo cuando cruza el camino del sol, así que lo eclipsará totalmente durante más de cuatro minutos en puntos situados a lo largo de una larga línea que atraviesa el océano Pacífico y el sur de indonesia. Es decir, este eclipse no será visible en Europa. El sábado, 19, como siempre dos días después de cuarto creciente, y esta vez entre la medianoche y las cinco de la mañana, será visible la Manecilla Dorada: cuando los rayos del Sol alcanzan las cimas de las montañas Jura mientras la planicie de Sinus Iridum permanece aún en las sombras. Por otra parte, la luna es llena el miércoles 23. Según el Computus —el cálculo de la fecha de Pascua—, el primer domingo tras la primera luna llena de primavera marca el Domingo de Resurrección, que por lo tanto este año cae el día 27. Por ese motivo, esta luna es llamada a veces del huevo. Este año, la luna del huevo es pequeña al encontrarse próxima al apogeo, su distancia máxima a la tierra.
Júpiter, aunque derivando al oeste, sigue en Leo, alto a medianoche, lo que lo mantiene como mejor objetivo planetario. Si deseas observar sus bandas ecuatoriales y su magnífico sistema de satélites con unos simples binoculares, el mejor momento será el martes, 8 cuando se encuentre directamente al otro lado del sol, en oposición. Será entonces visible prácticamente toda la noche, pasando por su punto más alto en el cielo a la 1 de la madrugada y 5 minutos. Hacia finales de mes, se le unirán Marte y Saturno, avanzando muy lentamente desde el este y visibles cada vez más cerca de la medianoche. De hecho, Saturno parecerá detenerse en el cielo el viernes, 25 de marzo y a mediados del mes siguiente lo hará Marte.
El cometa C/2013 US10 Catalina sigue visible con unos binoculares aparentemente inmóvil en la oscura constelación de Camelopardalis, la girafa, entre las Osas Mayor y Menor y Auriga, el cochero, debilitándose poco a poco.
Y más allá del sistema solar, en el medio interestelar, os proponemos este mes observar con unos binoculares o un pequeño telescopio tres cúmulos abiertos situados en la constelación de Auriga, al este de Orión. Todos fueron descubiertos por Giovanni Batista Hodierna en el siglo XVII a unos 4.000 años luz. Se trata de M36, M37 y M38. M36 es un cúmulo con al menos sesenta estrellas. Es muy similar al cúmulo M45 de Pléyades. De hecho, si estuviera a la misma distancia de la Tierra ambos tendrían una magnitud similar. M37, por su parte, es el cúmulo abierto más rico de toda la constelación. Se pueden identificar fácilmente unas 150 estrellas jóvenes, aunque queda un poco fuera del perímetro. Finalmente, de nuevo dentro del perímetro de la constelación hayamos M38, cuya agrupación nos recuerda la letra griega π, con un centenar de estrellas. Tres objetos muy bonitos y fáciles de ver en el cielo invernal.
Nada más por este mes, ¡excepto desearos noches limpias y cielos estrellados!
Pulsando en los enlaces podéis abrir una nueva ventana mostrando un mapa detallado del cielo del mes que incluye como novedad los pases visibles desde Mataró de la Estación Espacial Internacional ISS, así como una lista de eventos astronómicos para el año 2016, todo elaborado por Esteve Cortés, además de un mapa del cielo en este momento, en catalán.
Pero no es así. En la práctica, cuando δ=0, la longitud del día es mayor de 12 horas.
Hay dos razones para explicar esta mayor duración del día:
Desde la Tierra, el Sol aparece como un disco de unos 32 minutos de diámetro, así que su borde superior se puede ver cuando su centro está todavía 16 minutos de arco por debajo del horizonte.
Además, la atmósfera de la Tierra refracta la luz del sol. Como resultado, un observador situado sobre la superficie de la tierra ve los primeros rayos de luz cuando la parte superior del disco solar se encuentra todavía 34 minutos de arco (unos 0,4 grados) por debajo del horizonte.
Sumando ambas dimensiones, el día comienza cuando el centro del sol se haya aún a 50 minutos de arco por debajo del horizonte. El tiempo que tarda el sol en recorrer esa distancia angular aumenta con la latitud del observador porque su camino al salir y al ponerse está en un ángulo más pequeño con el horizonte y necesita más tiempo para cubrir la misma distancia vertical. Esta diferencia es de 7 minutos en el ecuador y 12 horas en el polo, sin importar la longitud geográfica ni la fecha. Sin embargo, si el observador se encuentra en alguna latitud intermedia, longitud y fecha también cuentan.
Por ejemplo, en Mataró (E 2º 27' N 41º 33'), el 20 de marzo el día ya es 10 minutos más largo que la noche. Si ese mismo día subimos 45 grados hacia el norte (E 2º 27' N 86º 33'), el día excede a la noche en 2 horas y 9 minutos. Finalmente, si viajamos al polo norte, el exceso es ya de 12 horas independientemente de la longitud del observador.
El día se define por lo general como el período en el que la luz del sol llega a la tierra en ausencia de obstáculos locales. En el equinoccio, pese a su definición popular como el momento en que la noche es igual al día... ¡el día es más largo que la noche!
Si el sol fuera un punto sin dimensiones y no hubiera atmósfera capaz de desviar sus rayos, la duración del día se podría calcular usando solamente la fecha —que aparece en la fórmula como declinación solar δ; es decir, la posición angular sobre la elíptica que oscila entre -23,45 y +23,45 grados— y la latitud φ:
En los equinoccios (δ=0), la longitud del día sería 12 horas sin importar la latitud φ.
¡Es decir, en los polos no hay noche en los equinoccios!
Gráfico, Diego Rodríguez. Cálculos, United States Naval Observatory.
Longitud del día = 2 · arcocoseno (-tan φ · tan δ)/15
Presentación: Alejandra Rodríguez
Narración: Diego Rodríguez
Música: Valgeir Sigurðsson, Focal Point, Ekvílibríum, 2007
Per a compilar aquesta secció, em fet servir www.calsky.com, www.heavens-above.com i el programa Stellarium, entre d'altres.
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