Fecha de publicación: Oct 30, 2016 10:10:13 AM
Per a compilar aquesta secció, em fet servir www.calsky.com, www.heavens-above.com i el programa Stellarium, entre d'altres.
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Presentación: Alejandra Rodríguez
Narración: Diego Rodríguez
Música: Valgeir Sigurðsson, Focal Point, Ekvílibríum, 2007
En noviembre, la Vía Láctea divide el cielo al anochecer en dos mitades casi perfectas, y el asterismo del Triángulo invernal, formado por Betelgeuse, y las dos estrellas caninas por excelencia, Proción en Canis Minor y Sirio en Canis Major, empieza a dominar el cielo nocturno por el este cuando al oeste aún es visible el Triángulo de verano.
Por si no lo sabías, el nombre Proción proviene del griego προκύον, (Prokyōn, «antes del perro»), porque precede en su salida con mayor antelación según subimos hacia el norte a la «Estrella del perro» (Sirio). En Mataró, por ejemplo, Proción precede a Sirio unos veinticinco minutos de media, aunque varía según la época del año. Pero, ¿por qué es tan importante anunciar a Sirio? En Egipto, Sirio, mucho más brillante que Proción, empezaba a ser visible lejos del fulgor solar, es decir tenía salida helíaca, en Julio coincidiendo con el inicio de la época de inundaciones del Nilo. Cuando el país se inundaba, los limites entre las tierras se desdibujaban y se cubrían de un lodo oscuro y fértil que, bien aprovechado, alimentaria a los egipcios durante el resto del año. Era por tanto necesario estar bien preparados para su aparición, y Proción permitía anticiparla unos pocos días.
Pero volvamos al presente. El miércoles, 2 el Sol culmina más pronto que en ningún otro momento del año: un poco más de un cuarto de hora antes de lo que dicen nuestros relojes. Este vaivén entre la hora solar y la hora civil se debe a la inclinación del eje de rotación de la tierra y también a la excentricidad de su órbita en torno al sol, y recibe el nombre de ecuación de tiempo.
Si no pudiste disfrutar de la superluna del pasado 16 de octubre, tienes otra oportunidad cuando queden pocos minutos para las seis de la tarde del lunes, 14 de noviembre. Será la Luna más próxima y brillante desde 1948, y habrá que esperar al 2034 para superarla. El motivo es que por sólo dos horas no coinciden uno de sus perigeos más próximos (356.511 kilómetros de centro a centro) y su fase máxima. ¡Así que esta vez no puedes perderte la superluna!
Por lo que respecta a los planetas,Venus es casi invisible al atardecer, mientras que Marte sigue al suroeste y Saturno se sumerge en el resplandor vespertino y no volverá a ser visible, aunque ya del otro lado del sol, hasta finales de año. Júpiter, por su parte, es cada vez más notorio antes del amanecer.
Si el brillo de la luna no difumina el cielo nocturno, podemos dirigir nuestra mirada entre el 10 y el 23 de este mes hacia la constelación de Leo, que aparece por el Este a medianoche, para intentar atisbar alguno de los meteoritos que conforman la lluvia de estrellas llamada Leónidas. Es esta una lluvia un tanto espasmódica, con tormentas espectaculares cada 33 años, coincidiendo con el regreso al sistema solar interior de su cuerpo progenitor, el cometa 55P/Tempel-Tuttle, pero esto no volverá a producirse hasta dentro de una década, así que necesitaremos paciencia y suerte.
Esto es todo por este mes. ¡Os deseo noches estrelladas hasta el mes próximo!
Durante el reinado de Tutmosis III se elaboró este calendario de festivales, llamado de elefantina, en el que se menciona el orto helíaco de Sirio, cuando empieza la inundación.
Museo del Louvre, París.
Sirio: el alma de Egipto
Es tan vistosa que ha sido distinguida por todas las civilizaciones del hemisferio norte y ha recibido recibido toda clase de denominaciones y atributos. Pero de entre todas, la egipcia ha sido la civilización que más alta consideración ha otorgado a esta estrella.
A principios del tercer milenio antes de Cristo, los egipcios empezaron a usar un calendario lunar de doce meses de treinta días cada uno dividido en tres estaciones: Ajet, o inundación; Peret, crecimiento y Shemu, cosecha. y añadiendo cinco días (epagómenos) para completar el año solar, dedicados a varios dioses egipcios. Y para sincronizar este calendario con las estaciones, marcaron como primer día del primer año el de la salida helíaca de Sothis, la estrella a la que hoy llamamos Sirio.
La salida helíaca de una estrella es su primera aparición por el horizonte este después de su período de invisibilidad. Dependiendo de la magnitud visual de la estrella, la salida helíaca se producirá en los crepúsculos matutinos náutico o civil. El día de su salida helíaca la estrella hace su primera aparición durante breve tiempo, porque enseguida el amanecer del Sol la ocultará. A partir de entonces la distancia angular estrella-Sol se incrementa y la estrella será visible durante períodos más prolongados de tiempo, hasta que finalmente brille en plena noche.
La salida heliaca de Sothis era una buena elección porque coincidía cada año con el inicio de la época de las inundaciones del Nilo que se producían a principios del verano y porque, además, el año sótico, el que transcurre entre dos salidas heliacas de Sothis, sigue con bastante fidelidad al año trópico que rige las estaciones. Este sistema no precisaba determinar equinoccios ni solsticios, pero en cierta forma representaba por vez primera en la historia un calendario solar.
Sin embargo, este arreglo entre calendario y estaciones duro poco. El año sideral para una estrella en la eclíptica es de 365,25636 días, pero como Sirio está a unos 40º por debajo y además tiene movimiento propio, el año sótico resulta ser casi 365,25 días, un día juliano, y más próximo al año trópico de 365,242189, pero aún con cierto desfase. Este desfase entre el calendario y el año sótico, por lo tanto, era de ¼ de día al año, así que sólo cada 1.460 años julianos coincidían ambos nuevamente.
De todas formas, este ciclo sótico de 1.460 años sólo era conocido por las élites religiosas y políticas de Egipto. En el año 238 a. C. Ptolomeo III decretó en Canope, cerca de Alejandría, una reforma del calendario que introducía los años bisiestos. El decreto revelaba que la estrella Sothis, es decir Sopdet, su deificación, cambiaba su posición en proporción de un día cada cuatro años, por lo que se consideraba pertinente intercalar así mismo un día cada cuatro años en el calendario.
Aunque los prejuicios de sacerdotes de varias regiones egipcias hicieron fracasar la reforma en un primer momento, cuando Julio César llegó a Egipto en el año 48 a.C. encargó a Sosígenes de Alejandría que introdujera un calendario en el Imperio romano inspirado en el decreto Canope. El resultado fue el calendario juliano de 365 días por año, mas un día adicional cada cuatro años. Sin embargo, como tampoco este calendario tomaba en cuenta que el año trópico dura un poco menos de 365¼ días, en 1582 d.C. se introdujo el calendario Gregoriano, que usamos en la actualidad y que todavía deja fuera un día cada 3.030 años...
En la mitología egipcia, Sopdet era la deificación de Sothis, Sirio. Se la representa como una mujer con una estrella de cinco puntas sobre su cabeza. Debido que el orto heliacal de Sirio a finales de julio coincidía con el inicio de la temporada de inundaciones del Nilo, Sopdet era considerada diosa de la fertilidad del suelo que las inundaciones provocaban. Sopdet es consorte de Sah, la constelación de Orión que aparece próxima en el cielo, y el dios Sopdu sería su hijo, conformando una estructura familiar parecida a la formada por Isis, Osiris y Horus. De hecho, en algunos textos se considera a Sopdet como hija de Osiris. Su jeroglifico muestra un triteísmo compuesto por un obelisco fálico representando a Osiris, una cúpula en forma de matriz representando a Isis y una estrella en representación de Horus, el hijo de ambos. El periodo durante el cual Sothis no es visible entre la puesta y la salida helíaca simboliza el paso de Isis y Osiris por el Duat, el inframundo egipcio.